domingo, 23 de marzo de 2008

Sunday bloody sunday

Se acaba la semana santa, y el balance es que me siento más raro que un perro malva a topos. Me he dedicado a hacer cosas que requieren variables niveles de inteligecia, algunos de ellos no demasiado altos, algunas de ellas de manera más bien esporadica y algunas con una dedicación digna de los coleccionistas aburridos.

Esta mañana estoy de buen humor. Ya es algo.

Voy a ver si me da tiempo a ordenar la casa, pasear por el rastro reflexionando que hay gente que los idus de marzo les sentaron hasta peor que a mi y luego volver a mi casa, que poco a poco está recuperando el status de "sitio en el que me gusta estar" (ultimamente se deslizaba con peligrosidad entre "lugar habitable" y "establo infecto al que voy a rociar en gasolina y pegar fuego") a comer hongos raros de maiz y flores de calabaza. También pollo, claro, pero es que suena menos cool.

A ver si en el paseo encuentro algo que sirva para almacenar efectivamente las toneladas de ropa interior de el PMVC (Pequeño y maravilloso vortex de chaos, vulgo novia) porque los habitantes felinos están abusando ya un poco de la mala costumbre de esparcirla por toda la casa. Y lo de encontrarte un rastro de ropa interior sexy del salón a la cama pierde mucho cuando en la cama no hay nadie.

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