sábado, 29 de marzo de 2008

10 metros

Las distancias son un concepto relativo. Si nos es facil ver que en la cuarta dimensión nuestro punto de vista puede relativizar la extensión en gran medida (minutos eternos esperando, horas de diversión que pasan en segundos) por alguna razón no somos capaces de ver ese mismo relativismo en las otras tres. Un metro siempre es un metro (menos el de madrid, claro. Que vuela.) Pero esto no es así.

Hay paseos de kilómetros que resultan cortisimos. El camino de la casa de mi abuela en Murias a Mieres, por ejemplo. Un paseo que solia ser la linea ferrea que llevaba el carbón de las minas a los lavaderos es ahora un camino que serpentea entre bosques de castaños aproximadamente un kilómetro y medio hasta que llega a las primeras barriadas junto al cementerio de mieres y aparece junto al rio San Juan entre requejo y la Iglesia (también de San Juan). A medio camino hay un grupo pequeñito de casas que solo a un kilómetro escaso de las poblaciones más cercanas son el homenaje arquitectónico del aislacionismo. (Para paliar en lo posible el exceso de polisílabos del último trocito permitidme que os informe de que ahi vi yo por primera vez un pato fuera de un parque. Son de un color blanco distinto, para quien no haya visto nunca uno. Que es posible, porque hace poco leí en algún sitio que un porcentaje de esos grandes y significativos que quedan bién en los periodicos de niños nunca había visto una vaca.)
Un kilómetro y medio, un bosque, casas, un cementerio, un río, una iglesia y unos diez minutos de camino son una distancia cortísima. A veces cuando lo haciamos de noche, volviendo de desatar satanes de esos que solo se desatan a los quince años cuando uno todavía cree que la cerveza es la poción mágica de Asterix (y así te diviertes y así te deja a veces la cara el centurión romano de turno que no se hace a la idea de que tu amigo se tiene que ligar a Falbalá si o si y que no, lo que tu llevas en la cabeza no es un vaso de cachi vacio, es un gorro de alitas ¿pasa algo?)nos parábamos al final del cámino antes de llegar a nuestras casas a fumar un último cigarrillo en lo oscuro (porque el camino no está iluminado en absoluto) como sorprendidos de lo poco que había durado el camino (y, en consecuencia, lo poco que se nos había despejado la cogorza. Mal te veo Dulcinea.)

Sin embargo la distancia más larga de madrid mide, según Newton y sus huestes, diez metros. Es la distancia entre la salida del metro de Sol y la esquina de la calle carretas. Mide, según mis calculos, más o menos el triple que la calle Fuencarral en día de paseo de tiendas y unas cinco veces la distancia de la calle Huertas cuando se está en proceso gastronómico paseante (o sea, yendo a comer sin hambre acuciante que te meta prisa o volviendo sin un llenazo excesivo de estos de fomentar la industria del orujo gallego) Supongo que habrá distancias más largas en Madrid, pero no en mi Madrid. En mi Madrid esta es la más larga en existencia (entiendase el Madrid de cada uno como el Madrid en el que unos se mueve-vive-habita. A lo mejor Teruel existe pero, en lo que a mi respecta, la calle Serrano no.)

No se que demonios de vortice de chaos malévolo se forma allí pero recorrer esos diez metros es una odisea que me rio yo del elenco clásico de clásicos héroes helenos. Aquí les quería ver yo.

Y es que posiblemente en ningún otro punto hay un cruce tan heterogeneo de guiris borrachos, indigenas de la más grande aldea de castilla intentando volver a casa, oriundos del resto de la meseta que visitan la aldea por ser fin de semana y que encuentran (por razones que yo desconozco) que un cartel publicitario de Tio Pepe es algo que hay que obligatoriamente vergrabarsacarlefotos. Y eso que el Café Colón ahora es un kebab, que si no... Bueno, si no lo mismo. A esta lista hay que añadirle los alegres muchachos que se ganan la vida repartiendo papelitos (que hay unos cuantos) los que se le ganan intentando convencer a los guiris borrachos (y los oriundos, que también los hay borrachos y también los hay que añadir a la lista) de que se tomen chupitos gratuitos de divertidos colores e hilarantes resacas en el local que les paga a ellos el jornal. Con un poquito de suerte te puedes encontrar también un viaje de estudios de segovia, seis policias locales de esos para que la circulación sea más fluida, un artista conceptual alemán que te informa de que el infierno se acerca, un equipo de camaras de telemadrid grabando algo interesantisimo según Esperanza Aguirre y, por que no, las putas campanadas de nochevieja con acompañamiento de cinco mil borrachos gritando "oeoé".

Calculenle ustedes ahora la distancia. Ya les digo que desde el punto de vista cientifico polvoriento estricto son unos diez metros. La distancia más larga de Madrid.

Tenganlo en cuanta la próxima vez que alguién les diga que van a ser cinco minutos, que está justo en la esquina, o que apenas pesa un kilo.
Y al revés, claro.

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