Son las tres de la madrugada y estamos en un ALSA de vuelta de nuestras vacaciones en Salamanca. Decir que nos hacían mucha falta podría nominarnos directamente para el premio “Understatement of the Year”, pero vamos a limitarnos a decir que nos han sentado muy bien.
Nos hemos alojado en el Hotel “Casino del Tormes”, que aprovecho para recomendar fervorosamente: las habitaciones amplias y muy bien cuidadas, internet WIFI gratuita que funcionaba razonablemente bien (el netbook de mi bien amada esposa dio algún que otro problema, pero siempre los da) y del restaurante ya hablaré posteriormente con más detenimiento. Decir que el hotel dispone de casino (como el nombre muy bien indica) y que los huespedes del hotel tienen invitación a una copa, lo cual siempre se agradece. Nosotros en esta ocasión nos lo saltamos porque, simplemente, no hubo tiempo a todo. Además esta situado en un antiguo molino de harina sobre el rio Tormes, muy cerca del puente romano, y tiene un pequeño y agradable museo interesante para quien nos gusten estos temas.
La familia bien, gracias.
Ha sido agradable reencontrarnos con parte de la familia de mi BAE, que desde nuestra boda no habiamos visto. Sobre todo con alguno de sus tios con, aunque no coincido con ellos en muchos temas (ellos de derechas, yo más bien no, ellos con un desagrado acérrimo hacia los nacionalismos, yo ni siquiera creo que España como la mayor parte de la gente la concive exista...) siempre encontramos temas comunes sobre los que charlar y llevarnos bien. Además que su hija es un encanto, me recuerda muchísimo a mi BAE y es como poder un poquito viajar atrás en el tiempo y conocerla de pequeña. Y por lo demás, habiendo buen vino y buen jamón y procurando no hablar de política todo se hace llevadero. Excepto un pequeño temilla, pero de eso ya hablaremos más tarde, cuando comentemos restaurantes.
Turisteando.
No hay ninguna duda de que Salamanca es una ciudad maravillosa para hacer de turista dominguero de los de la peor calaña. La plaza mayor, la catedral, la casa de las conchas, la rectoría... todo el casco histórico de Salamanca es como un gran museo gigante por el que perderse. Nosotros nos saltamos el “Ieronimus” porque a servidor las alturas no se le dan bien, pero quien no comparta este problema que no se prive de dar un paseo por las torres de la catedral. Yo también le tengo un gran cariño al Huerto de Calixto y Melibea, que es casi inexcusable si se va en parejita, pero esta vez había una obra justo enfrente y el ruido estropeaba un poco la experiencia. No fuimos a buscar la puta rana, porque ya la tenemos muy vista, pero es una turistada más y yo aconsejo hacerlo la primera vez (además de la rana, por cierto, aconsejo buscar también el astronauta y los monos que se masturban. Será por buscar...) Pero bueno, nosotros esta vez, aparte de pasear rua arriba rua abajo viendo edificios bonitos nos decidimos por:
El museo de automoción: Solo aconsejable a quien tenga interés por los vehiculos de motor, pero muy aconsejable en ese caso. Resulta un poco puñetero que te cobren un euro más si quieres sacar fotos, y la tienda es una de las cosas más surreales que me he cruzado (venden vino) pero si quieres ver, por ejemplo, el cadillac en el que se paseaba Franco, que diantres, este es el sitio.
La casa Lis: El museo Art Deco – Art Nouveau es uno de mis sitios favoritos para visitar en Salamanca. Las colecciones de dentro se me hacen un poquito secundarias, aunque un par de las colecciones permanentes me resultan apabullantemente hermosas, frente al edificio que las acoge, la propia Casa Lis. Es una suerte que finalmente este edificio, que durante bastantes años fue una casa abandonada sin más inquilinos que yonkis y tirados, haya sido restaurado a su esplendor original. Su vista trasera nocturna, con sus vidrieras iluminadas y la torre de la catedral al fondo, es una de las más bonitas de Salamanca. Y su tienda es un infierno donde gastarse mucho dinero, entre preciosas reproducciones de Mucha y Klimt. Quien vaya a visitarla y no sepa como se llega al sitio de tomar café, que me lo diga y se lo explico.
D.A.2: Alucinante el museo que se han marcado en una antigua carcel, además parece estar currandose unas exposiciones muy chulas, nosotros en este viaje tuvimos el placer de coincidir con una de Erwin Olaf! Había otras dos exposiciones más pequeñas, una no me gustó y la otra tenía mitad piezas interesantes mitad piezas horrorosas (era de varios artistas, un tipo de exposición, la temática, que no me suele gustar) incluyendo alguna que parecía, directamente, un anuncio de McDonalds.
Pero todo eso se hace secundario ante poder disfrutar de “Darts of Pleasure”. La verdad es que ha sido una casualidad muy afortunada, me encanta la fotografía de este hombre, “Royal Blood” es una de mis series de fotografía favoritas y ha sido una pasada verlas en directo. Impresionante también “Chessmen” y a mi me gusto mucho “Fashion Victims” porque soy un guarro y un consumista. Supongo que me siento identificado. Sorprendente también su trabajo en cortos, me gustó mucho “Rouge” y “Spanking Clowns” que es el video que acompaña la serie de fotografias “Paradise, the club” y que haría que la buena de Litio tuviera seiscientos ataque de nervios por orden alfabético.
Total, sobresaliente, cuidado a la hora de ir, eso si, porque está un poquito alejado, pero vale muchisimo la pena.
En este apartado, aunque no sea per se su sitio cabe hablar de Mercatus. Mercatus es la tienda oficial de la universidad de Salamanca, esta justo enfrente de la catedral y está lleno de cosas altamente hermosas (alguno habreis recibido preciosas postales de allí. Si no habeis recibido una no os preocupeis, seguramente no sea porque no os queramos, posiblemente sea porque no teniamos vuestra dirección física a mano, o porque nos hayais contagiado alguna enfermedad venerea de nombre dificil de pronunciar) una visita a Salamanca no está completa sin perderse un por aquí un ratillo a contemplar la posibilidad de comprase una chapita de Unamuno, la conocida cédula de excomunión o una reproducción de un tratado botánico medieval. No se lo pierdan.
¡ADVERTENCIA!
Puede que este sea un hecho aislado, pero creo que es un punto que vale la pena poner aquí. Desde mi punto de vista de asturiano a mí el caracter de la meseta a veces se me hace frío, incluso un poquito borde. En esta visita un par de veces me dió la impresión de que la gente era una desagradable de tres pares. Vamos, que los españoles son raros. Esto viene al caso de...
El lunes nos pasamos por Mercatus y encontramos una cartografía antigua preciosa (¿Como de preciosa? -se preguntan- ¡Pásense por el restaurante! -les respondo-) peeero, solo les quedaba el ejemplar de muestra que estaba hecho unos zorros. Preguntamos si tienen más y nos dicen que no, pero que es posible que mañana o pasado les lleguen. Si no les llegan mañana o pasado es que ya no van a llegar nunca. Todo esto nos lo dicen de una manera bastante seca mientras nosotros nos gastamos los durillos en su tienda. Lo achacamos al caracter seco que mencionabamos y no decimos nada. El miércoles nos pasamos y nos dicen que ya no va a llegar. Muerto. Finito. Kaput. Decimos un qué le vamos a hacer, compramos un par de cosas y nos vamos a seguir turisteando. El jueves yo aún no me he sacado la cartografía de la cabeza. Que si qué pena es, que si qué bien habría quedado. Así que nos volvemos a pasar por Mercatus (menos mal que esta frente a la catedral y queda de camino a todas partes, que si no...) a preguntar el nombre exacto de la cartografía para ver si lo podemos localizar por esos internetes de Dios. Y aquí la chica, tras pensárselo un poquito nos dice que mañana, porque ese día era fiesta en la universidad, nos podríamos pasar por el servicio de publicaciones de la universidad, que son quienes lo editan y si alguien lo tiene serán ellos, que si la buscamos por internet nos van a remitir ahí desde todas partes. Al día siguiente nos pasamos por allí y, efectivamente, allí lo tenían. Nos lo compramos y fuimos muy felices.
Pero aquí es donde pasa un poquito la euforia y uno se pregunta “Hostia ¿y por que no me mandaron aquí desde el primer día?” así que como parece que la gente es bastante seca y más bien parca en explicaciones si ven algo que les gusta y que no parece quedar pregunten directamente si saben algún otro sitio cercano donde se pueda conseguir. Y ténganlo en cuenta antes de asumir que si hay un autobus alguien se lo dirá o si hoy el sitio no abre se lo comentarán cuando pregunten. Preguntad TODO de manera directa. Bueno, y si ven algo en papel que les gusta en Mercatus y allí no les queda: servicio de publicaciones de la universidad de Salamanca, Plaza de San Benito, muy cerquita de la Casa de las Conchas.
De comer y de beber.
Amplia es la oferta, variadas las viandas. Estos son los sitios en los que nosotros hicimos parada y fonda, con lo que recuerdo de los menús. Una manera como otra cualquiera de convertir este post en un tocho infumable. No aficionados a la gastronomía, este es el momento de retirarse dignamente. A los que compartais este vicio malsano con nos, allá vamos:
Restaurante Hotel Casino del Tormes.
Que sorpresa más curiosa y agradable. El primer día, despues de saludos familiares, ir de tiendas, salir de vinos y hacer todo eso que hacen los turistas finalmente recalamos en el hotel y decidimos darle una oportunidad a su restaurante. Y nos encontramos con una de las mejores comidas que probamos en toda nuestra visita a Salamanca.
Para empezar nos reciben con una copa de cava rosado. Buen comienzo, sí señor. Despues aperitivo frío: jamón ibérico con parmesano y crujiente de pan e inmediatamente aperitivo caliente, caldo de jamón con jerez y polvo crujiente de jamón. Todo esto, despues descubrimos, era cortesía de la casa y no se cobra (al igual que el pan, que tampoco se cobra) Viendo que la cosa pinta bien decidimos pedirnos una botellita de Numanthia para empezar las vacaciones con estilo. El servicio es impecable, hacía tiempo que no veía a alguien llevar un decantador por el sistema digamos “de libro”. Pedimos a compartir:
Virutas de foie fresco, mermelada de orejones, polvo de kikos y pan de pasas. Hay que decir que este es el viaje en el que mi BAE descubrió que le gusta el Foie. A ella estos descubrimientos hay que dejarla hacerlos poco a poco. Este estaba muy rico, la mermelada bien conseguida y el polvo de kikos, aunque suene a una pijada, le daba un toque de sal y ahumado muy agradable.
Bacalao Brass con tostones de pan y queso frito. Otro plato muy rico (aunque el queso no se que leches pintaba en el plato, estaba rico, pero no se integraba en absoluto) el bacalao bien de sal.
Lomo de ternera morucha de Salamanca con pimientos del piquillo y patatas a lo pobre. La carne impresionante, las patatas muy ricas. Los pimientos de lata pero de buena calidad, se les perdona. Nos saltamos el postre porque ya no podemos más. Copita de cava y copita de oporto. Al llegar la cuenta vemos que nos han invitado a las copas, no cobran nada por el pan y los aperitivos y tenemos un 10% de descuento por ser clientes del hotel. La cena nos ha costado dos tercios de lo que esperabamos. Mooola. Nos vamos a la cama muy contentos.
La combinación de que el sitio nos gustara tanto y de la conveniencia de tenerlo al ladito de nuestra cama hizo que repitieramos visita unos días despues. Para esta visita nos pusieron de aperitivos un chupito de consomé y una brocheta de tomates cherry, mozarella y pesto. De beber pedimos un Fariña crianza (en este viaje bebimos mucho Toro y Arribes de Duero, ya os ireis dando cuenta) y nos pusimos ya con la comida de verdad.
De entrante esta vez pedimos jamón ibérico de bellota, servido con torradas con tomate y aceite de oliva virgen. El jamón lo cortó delante de nosotros la propia camarera (tres hurras por el personal bien preparado) y cuando digo “lo cortó” quiero decir “lo cortó”, no “lo arruinó”. Y es que un buen jamón sin un buen corte es una de las cosas más tristes que se pueden ver en cocina, es arruinar una obra de arte, es una putada de tres pares de cojones. No sé por qué me estoy acordando de cierta nochevieja...
Pero no nos vayamos por las ramas, que bastante largo va a salir esto ya. De principales pedimos mi BAE unos corazones de alcachofa sobre setas de temporada, gratinado de ibéricos y piñones tostados, yo la verdad que no soy muy aficionado a las alcachofas, pero me dice ella que estaban espectacularmente suaves y agradables, así que nos fiaremos de su palabra.
Yo tomé secreto ibérico, patatas crujientes, manzanas enanas y crema caliente de idiazabal y aunque me lo sirvieron un poco más hecho de lo que me gustaría la culpa es mía por no especificarlo por adelantado. La gente, sé por experiencia, se pone histérica si le pones el cerdo menos que muy hecho. Aún así el plato estaba muy rico (aunque para mí con menos semillas lo hubiera estado más) y lo disfruté profundamente.
Le sumamos a esto unos postres espectaculares: semifrío de baileys sobre bizcocho de almendra, helado de pistacho y teja de nuez para mí y helado de te verde con yogur griego y algodón dulce para mi BAE, y el resultado es otra comida espectacular.
Restaurante Hotel Oasis Horus.
El hombre dicen que es el único bicho lo bastante aficionado a la geología como para dejarse los dientes veces repetidas en el mismo piedro. La familia de mi BAE, que por lo general tiende a tener un gusto bastante bueno para la comida, por alguna razón tienen un punto ciego en su visión culinaria. Y es éste. El puñetero Horus. Los que nos conoceis ya habreis tenido el placer de oirnos cagarnos en los muertos de la gente que regenta este tugurio en nuestra última visita a la ciudad. Pues esta vez no quedo más remedio que repetir. Snif. Menos mal que la compañía era buena, porque lo que es la comida...
Para empezar no te dan a elegir el vino, te lo sirven directamente. Me imagino que esto será algo de las comidas de grupo. O me lo quiero imaginar. A mi BAE le ponen un tierra de castilla, a mi, tras conseguir evitar que me sirvan tinto para acompañar salmonetes, me ponen un rueda absolutamente mediocre. Ni me quedé con el nombre, la verdad. Si lo quieren probar vayan a algún super y pidan un rueda baratito. Les darán algo parecido. De primero mi BAE pide blinis con jamón ibérico y torta del casar. Algún día yo aprenderé y también pediré aquí platos tipo jamón y queso, que no hay que cocinarlos, a ver si así como algo decente. Yo pido taco de pulpo con parmentier. El pulpo esta pasado por la plancha y tiene una textura agradable, contrasta muy bien con la suavidad de la parmentier. El único problema es que el plato consiste, literalmente, en dos centimetros de pata de pulpo y cuatro cucharadas de parmentier. Las caras alrededor mio cuando traen el plato son un poema. Además de mano me ponen el pulpo para añadir la parmentier en la mesa, así que lo que me ponen delante es un plato con dos centimetros de pata de pulpo. “A lo mejor deberías pedir otro entrante más” dice una de las tías de mi BAE, con una sonrisa forzada. Como se nota que es médico y está acostumbrada a mantener la compostura ante tragedias. “No, tranquila, si me apetece comer ligero” respondo yo, mientras pienso que antes me arranco las uñas de los pies con un alicate que engordar la cuenta de estos ladrones con otro plato. No dejeis que os mientan: el tamaño importa.
Mi segundo son lomos de salmonete de roca con risotto de gambitas. El risotto son dos cucharadas. Trae, eso sí, una abundante guarnición de verduras cocidas de bolsa (con un poco de romanescu para hacer bonito) que en la carta no figuraban en ningún sitio. Las gambitas aún las estoy buscando. A lo mejor me las envían por correo a casa, no sé. Que gran invento, cocina por fascículos. Los salmonetes están directamente asquerosos: hechos de más y saben a agua sucia. Alguien en la cocina no sabe limpiar pescado. Mi BAE pide un tournedó. No está hecho con solomillo. Yupi.
De postre pido unas croquetas dulces. Son unos pegotes de chocolate químico intragable sobre un charco de mango (en la carta ponía maracuyá, pero supongo que para ellos con que fuera naranja sirve. Menos mal que no estaba de oferta el de mandarina...). El tubito de chocolate de adorno es lo mejor que he comido aquí.
Insisto, menos mal que la compañía era agradable.
Casa Paca.
A pesar de que el nombre pueda conjurar tascorros grasientos y antros infames, no es éste el caso. Casa Paca es un restaurante de los de antes, nos lo habían recomendado en la última visita y cuando vimos que estaban empezando la temporada de la lamprea nos decidimos a hacerles una visita. Lamentablemente fue un poco decepcionante. No es que la comida fuera, per se, mala. Es que con los precios que cobran debería ser mucho mejor.
Despues de revolotear un buen rato por su carta de vinos (que es apabullante, de hecho es directamente un libro) nos decidimos por un Dominio de Tares Cepas Viejas. Uno de mis vinos favoritos y que fue, tristemente, lo mejor de la comida. En éste punto estaría bien comentar que aunque nosotros no tuvimos demasiado problema para elegir el vino, la carta de vinos llamaba a que alguien se acercara y te ayudara a elegir un poquito, cosa que no ocurrió. No sé, digo yo que si tienes varios cientos de referencias de vino estaría bien echar una mano a la gente que no ha hecho un master en enología antes de que empiecen a echar espuma por las orejas (a la altura de la sección de Costers del Segre, calculo)
De entrante pedimos el micuit, y yo estoy por jurar que aquello era una mousse de foie al 25%.
Para los no aficionados al foie explicar que el micuit es foie gras en semiconserva y debe ser 100% foie, frente a las mousses enlatadas, mucho mas baratas, y con un contenido de higado mucho más bajo.
De segundo yo pedí la lamprea y mi BAE solomillo de buey con manzana asada. La lamprea tenía poca salsa y de los dos trozos uno estaba perfecto y el otro algo duro. El solomillo correcto. Viendo el percal decidimos tomar el postre en otro sitio.
Lo que digo: no es que la comida se pueda decir que fuera “mala”, pero nosotros salimos de allí con la impresión de que debería haber costado la mitad y de que prefeririamos haber comido en otro sitio.
Despues de hablarlo bastante llegamos a la conclusión de que la palabra que mejor define esta comida es “aburrida”.
Hovohambre.
Aquí también nos divertimos. Muy cerquita de la plaza mayor, habiamos visto alguna crítica buena y su carta nos llamó la atención (de hecho, el día anterior estuvimos a punto de cancelar en Casa Paca y comer aquí, lo cual habría sido un gran acierto) así que allí nos plantamos. Llegamos bastante tardecillo y la chica tuvo que confirmar con la cocina antes de sentarnos (estamos acostumbrados a los horarios de Asturias, donde se es de cenar tarde) pero una vez sentados no notamos ninguna prisa por parte del restaurante, el servicio fue impecable y la chica tuvo una paciencia de santa con nosotros, que teníamos el día preguntón. De aperitivo nos pusieron una sopa de cebolla con costrones de pan de ajo, muy rica. Para el vino la chica nos aconsejó muy bien y tomamos un Vetus, un Toro que no conocíamos y que nos gustó mucho. Mi BAE siguió en su linea y pidió terrina de foie con harina de palomitas y chutney de melocotón de Calanda. El foie fue el mejor que nos sirvieron en éste viaje y el chutney gustó mucho, las palomitas no estorbaban pero se hubiera pasado sin ellas igual. Yo tomé mollejas de tenera rustidas con setas y crema de huevo frito y estaban impresionantes, de las mejores mollejas que he tomado.
De segundo compartimos un lomo de ternera marcado al aceite de carbón, con zanahoría al gusto de curry madras y romero y aire de vino tinto. Además de que el plato estaba ejecutado impecable tuvieron el detalle de sacarlo ya separado en dos platos, como si fueran dos raciones más pequeñas en lugar de una grande que hubiera que repartir.
Para los postres mi BAE tomó brownie con cristal de cacao, crema de cacao y helado de chocolate blanco y violetas. Yo tomé un tatin de manzana y toffee, con helado de chocolate blanco y violetas. El tatin en realidad iba con un helado de piña que se les había acabado (me avisaron antes de que lo pidiera) y me dejaron elegir entre los diferentes helados disponibles, por eso los dos postres iban con el mismo helado. Los dos estaban estupendos. Los acompañamos de un par de copas de Val de Reyes blanco, de Fariña, un supuesto semidulce (aunque a mí me supo a dulce entero) que los complementaron de manera magnífica. Un restaurante que dejamos apuntado para visitas futuras.
De Tapas.
Salir de tapas por Salamanca es una experiencia maravillosa. Curiosa la fama que tiene el tapeo en otras ciudades, de andalucía y euskalherría, mientras este gigante castellano del tapeo pasa desapercibido. Salamanca ha conseguido conjugar en sus tapas la parte justa de respeto por sus productos tradicionales con la alegría desenfadada de la nueva cocina y lo mismo te tomas un farinato con patatas y huevo de codorniz que un cilindro de ensalada de gulas con confitura de frutos rojos.
No quiero desmerecer a los restaurantes de esta ciudad, en los que como se puede leer más arriba he disfrutado mucho, pero si mi visita a Salamanca fuera tan breve que sólo pudiera ir a un restaurante o salir de tapas saldría de tapas. A fin de cuentas buenos restaurantes los hay ya en la mayoría de las ciudades mientras que salir de tapas por Salamanca es una experiencia única de la ciudad que no puedes tener en ningún otro sitio.
En esta visita nosotros nos movimos sobre todo por el casco histórico, zonas de la plaza mayor, ruas y alrededores. No son éstas las únicas zonas ni mucho menos, pero como nosotros andabamos turisteando eran las que mejor nos venían. Aquí pongo una lista de los locales que más nos gustaron a nosotros, pero a la vez insto desde aquí a quien la lea a que la disfrute pero la ignore. Gran parte de la magia del tapeo esta en perderse, en ir entrando en locales al azar y eligiendo de la cola de la barra lo que a uno más le llame la atención. Es éste un mar que se navega mejor sin carta. Así fue como nosotros nos movimos, y no nos fue mal. Estos fueron nuestros puertos:
Mesón las conchas: En la propia rua. Un mesón de los de antes. De las muchas y variadas tapas triunfaron con nosotros el calabacín frito con jamón y queso, las palomas (una gran corteza de cerdo llena de ensaladilla rusa) y el farinato con patatas. Además de mucha variedad y muy ricas, muy bien de precio (la tapa que pides con la bebida no se paga, pero nosotros a menudo pedimos más de una tapa por bebida)
Plaza 23: En plena plaza mayor, decoración moderna con buen gusto. Tiende a llenarse bastante (logicamente) nos gustó mucho el hojaldre de bacon, queso y cebolla confitada, la lasagna y la tortilla de patata (ojo! Muy rica pero estaba hecha al horno y era más bien un quiche de patata y cebolla. Los fans hardcore de la tortilla de patata NO deberían pedirla aquí)
Delicatessen: Cerca de la casa de las conchas, decorado con temática de la película de la que toma el nombre. Impresionante la de huevos rotos. En otra visita tenemos que probarlo como restaurante, porque tiene un comedor cubierto con una cúpula de cristal, tipo a los invernaderos antiguos, precioso.
Casa Paca: Nos falló como restaurante, pero no para tapear. Muy buen vermouth de grifo, la zona de bar muy comoda, con butacas rescatadas de algún cine o teatro antiguos. Chatean vinos buenos (y, consecuentemente, caros) Muy buena la tapa de jamón ibérico y la de carrilleras.
Y hasta aquí la sección gastronómica de nuestras vacaciones (la pública, las croquetas de la abuela de mi BAE están muy ricas, pero no os voy a poner la dirección para ir a probarlas) y nuestras vacaciones, en fin. Solo han sido cinco días pero los hemos hecho cundir, creo yo, y nos han aliviado muchos males. Volvemos con un montón de ideas en la cabeza y con la decisión de no volver a dejar pasar tanto tiempo sin vacaciones. El descanso es necesario para el trabajo y estas experiencias nos enriquecen demasiado.
Perdón por el rollo macabeo. Me voy al rastro.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo con lo de Casa Paca. Se come bien, pero la relación calidad-precio no es buena, se va por las nubes. No sé si sabéis, por cierto, que ahí fue donde le pedí a Fridaluna que se casara conmigo...
Y lo de aquella nochevieja, sí, inolvidable. Cuando vengais os cortaré un plato de jamón del mío, de Guijuelo (si queda, jejeje) para que veas cómo he aprovechado los consejos que me diste en su día...
Anda, pues no tenía ni idea, no.
¿Recibisteis la postal que os mandamos, por cierto?
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